martes, 10 de noviembre de 2009

La lengua como arma mortal


Desde siempre hemos catalogado a los revólveres tanques y bombas como las armas más peligrosas y catastróficas de la humanidad. Le tememos a la guerra, al dolor y al sufrimiento, pero… ¿son en realidad las armas las más dañinas? O ¿solo las utilizamos como una excusa, una herramienta a la cual culpar?
Por otro lado está la palabra solitaria, inofensiva, pero ¿nos hemos preguntado lo que puede desencadenar una frase hiriente, mal intencionada, una palabra que no fue pensada en un momento inoportuno?
No es el instrumento bélico el que causa la tragedia, este no se dispara por sí solo, siempre hay un hombre detrás, que dice lo que no debió decir, que expresó lo que era mejor callar.
Fue una palabra la que al saltar desafortunadamente de nuestras bocas originó malos entendidos, que causaron conflictos, rencores que calaron profundo dentro del alma y que llevaron a guardar tanto resentimiento que más tarde se transformaría en venganza. Es ahí donde el hombre deja ver sus más bajos instintos, dejando la razón de lado por la búsqueda del poder, sin importar quien este por delante.
Es una frase la que al pasar de boca en boca se tergiversa de tal forma que se torna completamente diferente a lo que alguna vez fue, pudiendo traer consecuencias fatales
Hay tantas veces que hablamos sin pensar, que actuamos sin razonar no midiendo el efecto que puede traer el hablar demás
Si el hombre se hubiese expresado bien, si hubiese encontrado las palabras adecuadas, ¿Cuántas balas menos se hubiesen disparado? ¿Cuántas heridas nos hubiésemos ahorrado?
Porque somos esclavos de lo que decimos y dueños de lo que callamos, porque hay que tener mucho cuidado con lo que se dice y como se dice…
Pues la lengua es un arma mortal.

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